Un Auténtico Juglar Limeño
Algunos días después de la muerte de Felipe Pinglo Alva
aparece un autor y compositor incentivado por la obra magnifica que dejaba el
iluminado de los Barrios Altos. Ese autor era
don Pedro Espinel Torres, quien
aparece en la escena cancionera con un vals de homenaje a quien también fue su
compadre, el gran Felipe, titulado: Murió el Maestro”.
Don Pedro siguió la carrera ascendente con bellos valses y
alegres polkas, las que estrenaba con su voz en el restaurant “Wanda” de San Isidro
o conformando el trio “Los Criollos de los Barrios Altos” con Dongo y Heredia.
Le puso versos a la melodía del vals “Rosa Elvira” de Carlos A. saco y con el
padre Manuel Sierra del Orfenón de la Parroquia de Cocharcas escribió una canción de carnaval que ocupo el
2do puesto.
Pero cuando el maestro Espinel demostró ser un auténtico
juglar de Lima, fue cuando lo contrató radio Lima para que todas las semanas
estrenara un tema, el mismo que sería cantado por las estrellas criollas de la
emisora. “El pobre ciego”, “La voz del corazón”, “Paginas Rotas”, “Idilios
pasados”, “El expósito”, “Celos Míos” y
muchos valses más;
Las polkas “Campesinas”, “Anhelos”, “Gracia y Donaire”, “Bon
Bon Coronado”, “Ingratitud”, “Ojasos negros”, “Me atormenta la inquietud”, etc,
le brindan la oportunidad para entrar por la puerta grande al corazón del
pueblo que le tiene un reconocimiento especial al brindar su homenaje a un
ídolo popular del fútbol, con el vals “Alejandro Villanueva”.
Al morir su madre, Espinel estaba dispuesto a componer una
hermosa canción. Cuando empezaba la madrugada y en un rincón de la habitación
que servía de capilla ardiente don Pedro con un solo testigo a lado, reanudó su
trabajo y en tiempo de vals ya tenia:
La otra noche al
remover unas misivas,
que amoroso en mi archivo guardo yo,
entre pétalos marchitos hube hallado,
un retrato que es emblema de pasión.
A estas alturas el reloj marcaba las 2:30 de la madrugada y
unos minutos después, increíblemente, don Pedro dijo: “ya está”, en el
mencionado papel don Pedro había rematado el nuevo vals asi:
No culpemos al destino eso no es noble,
comprendamos que hay errores que son fieros,
meditemos al jurar nuestros afectos,
antes de decir te quiero, como nunca te querré.
Era desde ese momento el vals “Remembranzas”. Su muerte
ocurrió en 1981, no sin antes dedicar a la memoria de su esposa el vals “Más
allá”.
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