miércoles, 13 de enero de 2016

Como Nació “Idolatría”

Al comienzo del siglo XX se difundieron valses que por su musicalidad y hermosura le permite perennidad en el gusto del público. Son temas de dos, tres, cuatro y hasta cinco partes. Recordemos “De Lima a la gloria” de Romualdo Alva, “Quenas” de Dunker Lavalle, “Lima” de Walter Pease, “Antofagasta” de Armando Carrera y otros que eran el gran deleite de la gente de ese entonces.

De esos valses, muchos de ellos románticos y vibrantes a la vez, ondulantes por el estilo de su tiempo, de origen alemán o francés que alborotaron a la juventud de 1900. Lima se deleitaba en grande con esa variedad de danzas de giro, impactando en forma insospechada el pianista limeño,
Oscar Molina quien, debido a sus rondas galanas por el jardín botánico, y la majestuosa Quinta Heeren escribe el primoroso vals “Idolatría”.

Don Oscar jamás se explicó cómo le salió una obra tan singular durante días de las ya referidas rondas, caminaba lento o tomaba asiento en algún lado de los hermosos ambientes del botánico o de la Quinta tarareando su futura composición.


En 1910 “Idolatría” ya se escuchaba en bailes y en los cinematográficos. Después del autor el primer intérprete fue el pianista Cesar Bartra. El maestro Filomeno Ormeño, que también escribía valses de acuerdo a la época, recordaba que en los años 20 en las salas de cine mudo, ocurría lo que 10 años después pasaría con el tango “Tomo y Obligo” que Carlos Gardel cantaba para el cine parlante.

En el cine mudo el público obligaba al pianista la repetición de “Idolatría” y en el cine parlante, el operador de la sala, repetía la parte de la cinta donde Gardel cantaba el acogido tango. Don Oscar elogiaba mucho las versiones pianísticas de su “Idolatría” por Filomeno Ormeño, Cesar Bartra, Cenarro Gonzales y Max Morales así como se deleitaba escuchando cantar a Eloísa Angulo, “La Criollita”.          

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