miércoles, 13 de enero de 2016

“La Razón del Vals Amorcito”

Amorcito como todo vals criollo tiene su historia, mejor decir una razón para su nacimiento. Su autor es Lucas Borja, el flaco muchacho bohemio del sector viejo del Rímac que además de guitarrista, autor, cantor, y compositor, también fue novillero, por el mismo hecho de ser vecino de la “Triana Limeña”.

Con sus amigos Héctor García, Víctor Rosario Martin, Humberto Zegarra, Manuel Acosta Herrera y Carlos Valdivia, andaban por las calles del barrio dando serenatas a las mozas cumpleañeras o a las amistades de mucho aprecio. Con Valdivia compartían estudios en San Marcos así como la aflicción a las mujeres, con problemas y recuerdos no gratos.

Una de esas noches bajo pontinas después de sentida serenata en la calle La Condesa, al volver a casa dejando en la suya anticipadamente a su íntimo amigo Carlos le brota en su solitaria caminata estos versos:

 “Amorcito tengo una pena
que me acongoja de tal manera que me lacera
amorcito te quiero tanto
que de no verte siento la muerte en el corazón
que de no verte siento la muerte en el corazón”.

En casa, conciliando el sueño y a golpe de las 4 de la madrugada, Lucas sueña que estaba al frente de una gran multitud cantando su “amorcito” y, al percatarse de la hora, se decide ponerse de pie ir al piano y plasmar lo que sería el resto de su obra que empezó a nacer la noche que quedaba atrás:

“Pienso durante el día en ti
de noche no se dormir.
creo que moriría chiquilla mía.
Sin tu querer.
y solo con la idea de que me has olvidado,
 besando tu retrato,
 sobre la almohada, me echo a llorar”.

Era necesario para el autor un remate para concluirlo y no se hizo esperar:

“Amorcito te quiero tanto
de que no verte siento la muerte
en el corazón”.

Su estreno fue pronto en “Fin de Semana en el Perú” de Radio Nacional, por el entonces flamante trio “Los Palomillas” que le valió para ser contratado para una temporada en Radio Nueva América de La Paz, Bolivia. También “Los Kipus, “Los Romanceros Criollos”, “los Trovadores del Perú”, Ester Granados y otros artistas de jerarquía incluyeron este vals en su repertorio.  


“Los Romanceros Criollos”

Al hablar de grupos de nuestra canción criolla no va ser fácil encontrar otro grupo como  “Los Romanceros Criollos” Julio Álvarez, Lucas Borja y Guillermo Chipana debutaron en Radio El Sol el 24 de Noviembre de 1953, y desde ese día, en ningún momento cambió integrante alguno y con mucho orgullo bien puede calificarse como el trío criollo auténticamente decano del país.

Cuando “Los Romanceros Criollos” aparecieron en la escena de la canción popular, llegando hacer estelares de Radio el Sol, Victoria y Nacional, eran los tiempos que compartían popularidad con los grupos de renombre como “Los Morochucos”, “Los Embajadores Criollos” etc todos con repertorio de gran penetración.

Para ellos fue un orgullo ser identificados fácilmente por la gran acogida que tuvieron las versiones grabados de los valses: “China Hereje” “Los Ojitos del Puente”, “Como una Visión”, “Mi Serenata”, “Hortencia” entre otros temas.

“Si te vas de mi lado china hereje
para burlarte talvez de mi desgracia
tu no sabes china boba quien soy yo
buen cantor, guitarrista y chupa caña…”.

Esta cuartilla en boca de “Los Romanceros Criollos”, arranca grandes aplausos en el público que colmaban los auditorios de las emisoras limeñas y en los teatros donde se presentaban. También en la que fuera Radio San Cristóbal protagonizaron temporadas de éxito. Los discos de larga duración de “Los Romanceros Criollos” son de catálogo y las viejas versiones impresas desde 1965. 


La Chola y El cholo

A Jesús Vásquez “Reina y Señora de la canción criolla”, y a Luis Abanto Morales, “El Cantor del Pueblo”, ambos convocan emociones porque el pueblo canta todo lo que ellos brindan y la respuesta no se hace esperar: “No hay como la Chola Jesús”, “No hay como el Cholo Luis Abanto” a quienes el Perú suelen llamarlo con mucho cariño.

Adjetivar “chola” a Jesús Vásquez tiene su origen de Radio Goicochea, siendo director artístico Eduardo Sierralta Lorca. Don Eduardo, gran admirador y casi padrino artístico de la naciente estrella, en 1938, le decían de cariño “cholita”, como es costumbre de los chilenos cuando tratan con cariño a los peruanos. Y eso de “cholita” eran muy frecuente.


Cesar Negreiros que animaba un programa en que actuaba Jesús Vásquez le dijo en plena transmisión el aludido adjetivo como manifestación de afecto, a Negreiros no le pareció mal, pero tampoco algo bueno, por la probable reacción que originaría, la reacción prevista llegó intrascendente en publicaciones eventuales, y eso de “chola”, con la marcha del tiempo, se hizo popular y tan admirado como la calidad artística de nuestra estrella.

Con relación a Luis Abanto Morales, que alcanza la gloria en Lima como cantante solista, mereciendo ser llamado “El Cantor del Pueblo “por la forma como convocó cantando con el marco musical de las guitarras de Armando Luque y Pastor. De ahí en adelante, se le dice siempre “el cholo Luis Abanto” no se sabe hasta hoy como se produce hasta hoy esta voz popular. ¿A quien se le ocurrió? Ni el mismo cholo lo puede explicar.
“Solita me Jaraneo”

No hay frase más precisa que “Solita me Jaraneo” para identificar a
Ester Granados, una de las más notables cultoras de la canción criolla. Por su propio arte, definitivamente inconfundible, está en la línea avanzada de las más calificadas intérpretes de aquellas que por tradición llamamos: “las Grandes del Criollismo”

Con la llegada de la radiodifusión en el Perú la canción criolla empieza a tener una mayor acogida. La juventud le canta y la baila, y las contadas emisoras como la Nacional, la Radio del Estado, y las privadas como Grellaud, que después fue Lima; Weston, que cambió por Goicochea, DUSA, Miraflores e Internacional, acogieron al talento nacional.

En Radio Goicochea es el gran debut de Estercita y ella debe recordar siempre al pianista Gonzalo Fernández, el popular “Arañita”, porque él fue quien la acompañó musicalmente, al iniciar su actuación de estreno con el vals de Serafina Quinteras “El Ermitaño”.


Más adelante la carismática gordita es contratada para otras emisoras y los maestros Filomeno Ormeño y Eduardo Márquez Talledo, en atención a su calidad, la incluyen en el coro de “Las Alondras” que se formó a raíz de la inauguración del local de Radio Lima en la calle Risso. Allí triunfaron las integrantes de este coro:   Rosita Passano, Blanquita Portocarrero, Meche Herrera, Alicia Lizarraga, Zarela Cruzado, Yolanda Matos e Iris Bullon.

Ester fue contratada como estelar de la boite Embassy que en los años 50 y 60 tuvo mucho apogeo y fue en este centro nocturno donde un conocido de la vida política que, en momentos en que Ester cantaba el vals “Un Suspiro” de Bocanegra, quiso invitarla a bailar, recibiendo como respuesta: “gracias, pero yo… solita me jaraneo”

Y desde entonces año 1969, “Solita me Jaraneo” fue la frase que insustituiblemente emplea para “guapear” todos los valses alegres de su repertorio. Su presencia en la muy festejada salida de la procesión de la virgen de Carmen, como Patrona del Criollismo, desde hace mas de 20 años, es la voz de Ester Granados la que, con gran emoción cantaba:

“Vamos a la fiesta del Carmen,
negrita,
vamos que se acaba ya la
procesión…”.


“La Flor de la Canela”

El 8 de marzo es la fecha triste que se incorpora a la historia de la canción criolla, porque ese día en 1983 dejó de existir Isabel Granda Larco, nuestra Chabuca, maravilla de mujer con su talento poético y musical, su simpatía y su singular personalidad, caminó continentes con su primoroso vals “La  Flor de l Canela” llenando así al mundo de banderas peruanas.

Por su sencillez se hacía más visible la grandeza de su repertorio; siendo “La  Flor de la Canela” el que la convirtió en la voz más importante de Latinoamérica en la segunda mitad del siglo 20”.
En “Chabuca Granda signo e imagen”, publicación del Banco de Crédito, al hablar del vals “La  Flor de la Canela” incluye una manifestación valiosa de la gran Chabuca que ratifica lo hermoso que siempre iluminó su conducta de humildad:

“Definitivamente esta canción me hizo popular. He dicho siempre que seré popular pero no importante. La importante es Victoria Angulo, distinguida señora de raza negra a quien hice “La  Flor de la Canela”.

Pero ¿por qué “La  Flor de la Canela” al vals de Chabuca? La canela es la corteza de olor y sabor que se usa para el chocolate y todo lo que es dulcería. Desde antaño es común decir flor a todo aquello que tiene primerísima calidad, como en el caso del mejor arroz, por lo que se dice “arroz flor”. También se usa decir “flor de café” etc.

Y la canela también está en dicha expresión con el propósito de exaltar encantos o virtudes de la mujer. “La mujer limeña es como la mazamorra; Tiene azúcar, clavo y canela”, dijo Manuel A. Segura.

Razón tuvo Chabuca al rendir homenaje a la gracia, al donaire y a todo cuanto de encantador lucía Victoria Angulo, llamándola “La  Flor de la Canela”, que a la postre se hizo poesía con música de vals, con fragmentos como este:

Jazmines en el pelo y rosas en la cara, 
Airosa caminaba la flor de la canela, 
Derramaba lisura y a su paso dejaba 
Aromas de mistura que en el pecho llevaba…



Chabuca nos legó, además una nutrida producción de primorosas composiciones, todas buenas, porque Chabuca todo lo hizo bien. Conspicuos intelectuales de nuestro continente y del viejo mundo han elogiado mucho a su talento creador; y los mas calificados artistas del canto han incluido en su repertorio varios de sus temas.          
Murió el Maestro sin Par

En la otoñal madrugada del 13 de mayo de 1936, cuando apuntaba el alba, dejó de existir en su domicilio de la calle de la Penitenciaria del limeño Barios Altos, el gran Felipe Pinglo Alva. No hubo más testigos que su esposa Hermelinda, sus tiernos hijos Carmen y Felipe y algunos amigos de la intimidad.

 La noticia de la muerte se supo con prontitud en todo el barrio, sin que trascienda en los medios de comunicación como diarios y radios, lo que quiere decir que la muerte del más notables de los compositores limeños, en principio fue conmoción de barrio ya después lo lloró todo Lima y el Perú.
 Felipe Pinglo Alva, sencillo de conducta, humilde y condescendiente, locuaz y talentoso, en los 37 años de existencia, nos ha legado páginas, que reiteradamente se presume que son himnos de la condición humana. De su inventiva hubo la dicción en compositores que han calado hondamente como El Plebeyo, sueños de opio, etc.

Fue limeño de cuna, vivencia y muerte, pues el gran Felipe nació en la calle del Prado y falleció en La Penitenciaria de su mismo barrio. Sus viajes más largos fueron por el norte, Ancón; por el sur, Pucusana; por el interior Chosica y por occidente las riveras chalacas y limeñas.   

“Murió el maestro sin par,
hoy por ti ha de llorar,
la bohemia criolla.
De luto están las guitarras,
todo es tristeza y dolor.
A la necrópolis va,
con sentida emoción
numeroso cortejo;
y al llegar el ataúd,
todos quieren cargar
al amigo que fue…”


asi le cantó pedro Espinel, su compadre, recogiendo el sentir de los acompañantes en el último adiós al maestro de maestros de la canción popular.  
La Guitarra de Oscar Avilés

Oscar Avilés fue un guitarrista de sabrosa y criolla entrega, eficaz renovador, mensajero que le dio una muy especial resonancia a la canción  criolla empieza a hacerse notar poco antes de la mitad del siglo pasado. Con Avilés se acababa el “tundete” que ahogaba a la canción popular y el “firuleteo” sin comienzo ni fin, que nada decían. Razón tubo Chabuca Granda al decir que la guitarra de Oscar apareció para nuestro vals criollo no muera de tundete.

Con Oscar se instituyó una introducción para cada tema y un singular rasgar para secundar a los vocalistas, sin afectaciones ni mistificaciones, imponiendo una apoyatura en los finales de cada tema, que defiende al intérprete y propicia un remate vibrante, particularmente en los temas de sabor jaranero.

La presencia de avilés con la guitarra en la canción criolla se hace notable cuando asume la primera guitarra del trio “Los Morochucos” en el mercado del disco se hablaba algo así “Es otra cosa…”.
“que gusto da escuchar a este trío…”, “Que guitarra”, etc. Y estas concepciones que corren como reguero de pólvora, consagran definitivamente al brillante guitarrista chalaco, cuando hace los arreglos musicales y acompaña a números artísticos que con el disco llegan a conmocionar y convierten a esas impresiones en material musical de catálogo el último en tocar con el fue el desaparecido, Arturo, el zambo, Cabero.   

  

Oscar Avilés nos dejó el 5 de abril de 2014, a su velorio asistieron distintas personalidades de la política y las artes, se llevó a cabo en el Salón Nazca del Museo de la Nación, luego de un homenaje el Distrito de La Victoria, fue enterrado en el Cementerio Baquijano y Carrillo del Callao.
Un Trio con Corazón

Lorenzo Humberto Sotomayor y las voces de Humberto Sánchez y de Nestor “Nino” Changanaqui quienes conformaron el criollísimo “Trio Corazón”, tuvieron su debut el 1 de junio de 1970 en el Teatro Municipal. Al iniciarse la actuación luego de la introducción de Sotomayor y cuando la voz de Sánchez y Changanaqui se hacía escuchar era suficiente para que el público colmara de aplausos.

Es de admirar el apoyo que tuvo el trio en las guitarras de Pepe Torres y de Carlos Escribens, en un instante del debut se lanzó al escenario el charro Ángel Infante, quien también participó en el espectáculo dándole un efusivo abrazo.


 El “Trio Corazón”. Pese a su fugaz existencia, que fue de algo mas de un año, tuvo apreciable actividad en Canal 4 y en la radio, del mismo modo que en circuitos de teatros de Lima, Callao y Balnearios. Quedó perennizado mediante un long-play grabado en el sello Virrey, con valses como “Corazon”, “Idolo”, “Ven acá muchacha”, “Un vals y un recuerdo” y “Que importa”.


De la trayectoria de Lorenzo Humberto como autor, compositor y pianista, del popular y querido “Nino” como cantatne de varios recursos y de Humberto Sanchez, al haber sido integrante del conjunto de Francisco Reyes Pinglo,  “Los Montoneros” con Eduardo Santillana, “Los Mocheros” y otros grupos, habrá tiempo para hablar. De todos modos ese long-play queda como mejor testimonio de los que fue el “Trio Corazon”.
El Coro “Las Alondras”

Las Alondras eran un grupo de muchachas peruanas, todas muy hermosas, muy encantadoras, muy profesionales que en sus floridos años de juventud, constituyeron quizás, el coro más importante que por los primeros años de la década del 40 deleitó al público, siendo constituidas por ocho nombres que en esos tiempos gozaban de las preferencias populares por su calidad artística.

Ellas eran: Fina Pereyra, Rosita Passano, Blanquita Portocarrero, Meche Herrera, Alicia Lizarraga, Zarela Cruzado, Yolanda Matos e Iris Bullon; acompañado de su artífice indudablemente todo un maestro de la música, gran autor, compositor y guitarrista, don Eduardo Márquez Talledo. El autor del célebre vals “Nube Gris” pacientemente preparó a estas señoritas que cantaban como los ángeles.


El debut radial tuvo lugar en el entonces sintonizada Radio Lima, la emisora de los bien recordados don Pepe Bolívar y don Jorge Carcovich, y el debut teatral en el Francisco Pizarro de la Plaza Italia, en los Barrios Altos. Mucho se ha de recordar sobre las brillantes entregas que hacían. Habrá de deplorar que la existencia del grupo haya sido tan breve, así como también que no existan grabaciones de tan calificado elenco.   
“Los Caballeros de la Canción Criolla”

“Los Morochucos” es el nombre de don Armando Ortiz Lamberg, culto y ponderado maestro de ceremonias de la radio, le puso al duo “Los Chamacos” que formaban augusto Ego Aguirre y Luis Sifuentes, debiendo retornar a Lima. Era 1946. En Lima Ego Aguirre tuvo presentaciones con Dante Miller y Alejandro Cortez, como primeras voces, y con Pepe Cordero como primera guitarra.

Fue definitivamente consagratoria para “Los Morochucos” la presencia de Oscar Avilés pues desde entonces la prensa especializada, distinguió al trio que conformaban Avilés con Cortez y Ego Aguirre, como “Los Caballeros de la Canción Criolla” los arreglos de Avilés le dieron nueva personalidad a “Los Morochucos” , algo insólito en el cancionero popular de la época.

Las empresas de espectáculos se disputaban la preferencia de contar en su elenco a “Los Morochucos”, trio que con la espontaneidad de Avilés, su primera guitarra, y en cualquier momento, primera voz de Alejandro Cortez, así como la sobriedad de la segunda voz y segunda guitarra de Augusto Ego Aguirre, conquistaron a los públicos más difíciles del medio.

“Los Morochucos”, en la historia de la Danza y la canción criolla, han escrito una página realmente inolvidable de calidad y de renovación que se le reconoce. Quedan, como documentos veraces, varias impresiones discográficas de larga duración consideradas de catálogo entre las más importantes de nuestro cancionero.


Disuelto “Los Morochucos”, Avilés tuvo notable presencia con el Conjunto “Fiesta Criolla”, dándole más fuerza y personalidad a los mejores grupos en sus grabaciones, impactantes con Arturo Cavero; Alejandro Cortez tuvo mucha aceptación formando duo con “Los Favoritos” con Noemí Polo y Augusto Ego Aguirre decidió su retiro por una dolencia que lo aquejaba. Hoy queda el recuerdo grato de lo que alguna vez fue “Los Morochucos”          
Rosita Passano, dos Veces Reina

Antes cuando todavía no había muchos medios de difusión y de locales nocturnos de actividades artísticas, las emisoras de radio  y los cines de barrio tenían una  muy nutrida programación de espectáculos de revista en los que no dejaban de brillar los exponentes de la canción  criolla.

En el año 1939, debido al canción “La Lira Limeña” de don Pedro Casanova, se organizó el primer concurso para elegir a la Reina de la Canción Criolla, el mismo que lo ganó y muy merecidamente Jesús Vásquez. Al siguiente año, ya en 19
40, al volver a realizarse este certamen, lo ganó la cantante Rosita Passano, quien también fue ungida Reina de la Cancion Criolla. Nunca mas volvió a organizarse este concurso.

En los carnavales de 1943, el diario “La Noche” organizó un concurso inolvidable que tuvo por escenario el restaurant “La Cabaña” donde fue coronada como Reina de la Farándula y de la Radio, a Rosita Passano, merecedora de tal distinción por sus encantos personales y su excelencia artística.


Acompañaron a Rosita en todas las actividades del carnaval como damas de honor: Zarela Cruzado, Blanca Portocarrerto, Ester Granados y Amanda Sosa. Como se ha de recordar, Zarela Cruzado era cantante internacional, Blanquita Portocarrero de las canciones románticas, Ester Granados del cancionero criollo y Amanda Sosa del cantar de Buenos Aires.


Un veterano Limeño que añora mucho aquellas fiestas de la Sociedad de Actores, que añora mucho aquellas fiestas de la Sociedad de Actores, que se daban en los ambientes de nuestro legendario Teatro Segura, nos recuerda que durante el lCorso de Flores, al paso del carro alegórico en que iba Rosita Passano, la gran cantidad de público que abarrotaba las calles limeñas, aplaudia muy calurosamente a la Reina de los artistas.             
“Clamor”, una Historia Romantica

Entre los autores y compositores de calificados temas criollos, siempre tendrá que figurar Elsiario Rueda Pinto, pese a ser de aquellos poco promovidos, particularmente en los últimos 20 años de los 50 que tiene deleitando con sus canciones “Clamor”, “Amor amor”, “Balcon”, “Chiquitita linda” y muchas otras más.

Elsario de, cuna chalaca, vivió sus años mozos en el limeño callejón de las Merceditas del jirón Ilo, donde en 1944 nació su primera producción, el vals “Pasión de Hinojos”. Pero su primera inspiración multitudinaria lo hizo en 1951, en momentos que alternaba sus actividades en la radio con sus estudios de Medicina en San Marcos. Ese vals fue “Clamor”.

Anoche te tuve en mis brazos
un solo momento, momento de amor;
eterna juramos la dicha,
con ansia infinita, bendito clamor.
 Clamamos al cielo nos oiga
y guarde el cariño que yo te juré,
y ahora, de nuevo te digo:
Mi amor lo bendigo, no te olvidaré.

Había nacido “Clamor” vale decir una historia romántica e idílica, fruto del amor, hacia una atractiva joven que pudo ser, algo muy sublime para el autor; pero que con un “hasta mañana” fue la despedida para siempre, porque aquel encuentro que protagonizaron marcó la despedida para siempre y la justificación de la segunda parte de vals, que dice así:
No te olvidaré, mi bien,
no te olvidaré, mi amor;
eso es imposible
por lo que pasó. ¡No, no!
 No te olvidaré, mujer,
no te olvidaré,
vivirás en mi alma
una eternidad.


“Clamor”, se puso en moda, cantado por el trio “Los Morochucos” asi como también por los mas calificados cultores de la canción criolla, mereciendo la distinción por parte de la Municipalidad del Rímac que con motivo de la fiesta de la legendaria Pampa de Amancaes, le otorgó a Rueda Pinto por su vals, un diploma de Honor y 500 soles que recibió en 24 de junio de 1951. 
Para el “Balcón” y “Callejón Limeño”

Elisario Rueda Pinto, que vivió en sus años juveniles en el corazón de la vieja Lima, al alternar sus estudios de medicina con si amorosa entrega a la canción popular, ha escrito muchas canciones que han tenido acogida y siempre están en el repertorio de los más calificados difusores.

Para los carnavales de 1951, como era de tradición en Lima, fueron elegidas las reinas de belleza que pondrían la nota encantadora. Invitado Elisario Rueda Pinto al Baile carnavelesco del entonces acogido local llamado “La Laguna” en Barranco, fue con amigos para pasar una noche más de la bulliciosa celebración. En este baile hizo una gran amistad y bailó reiteradamente con una de las reinas que habían concurrido, y coincidentemente, la chiquilla respondió.

Dos días después, al abrir las páginas de un diario, aprecia una fotografía del carnaval limeño, en que aparece la prenda de sus ojos arrojando flores y serpentinas desde el balcón de su casa ubicada en la tradicional Quinta Heeren. Elisario impresionado, empezó a escribir:

“Balcón, balcón de antaño,
balcón florido, balcón limeño.
Balcón, que con sus rosas cubre
y engalana mi eterno ensueño.
Balcón, donde se guarda la tierna
imagen de mi ángel bello.
Balcón, donde una noche cual dulce
virgen la conocí…”

El músico de temas populares, poeta de barrio le contó a la encantadora reina de carnaval sobre su humildad, a los que ella igualmente le respondió, confesándole que había nacido en un callejón de barrio. Pero prontamente, se enfriaron las relaciones y en una discusión, ella negó haberle contado de su nacimiento en un viejo solar. Rueda Pinto, con un vals le dio respuesta.



“No te avergüences limeña
De tu barrio de ayer,
Ni tampoco de aquel sitio
Que un día te vio nacer;
No te avergüences hoy día
Que vives en gran mansión,
Y recuerda con cariño que naciste en callejón…”

Y es así como fueron los versos de “callejón Limeño” otro de sus éxitos valses que con prontitud estuvo en el repertorio de calificados artistas del criollismo. Elisario Rueda Pinto guarda el grato recuerdo de ser el protagonista de esta historia. 
Un Auténtico Juglar Limeño

Algunos días después de la muerte de Felipe Pinglo Alva aparece un autor y compositor incentivado por la obra magnifica que dejaba el iluminado de los Barrios Altos. Ese autor era
don Pedro Espinel Torres, quien aparece en la escena cancionera con un vals de homenaje a quien también fue su compadre, el gran Felipe, titulado: Murió el Maestro”.

Don Pedro siguió la carrera ascendente con bellos valses y alegres polkas, las que estrenaba con su voz en el restaurant “Wanda” de San Isidro o conformando el trio “Los Criollos de los Barrios Altos” con Dongo y Heredia. Le puso versos a la melodía del vals “Rosa Elvira” de Carlos A. saco y con el padre Manuel Sierra del Orfenón de la Parroquia de Cocharcas  escribió una canción de carnaval que ocupo el 2do puesto.

Pero cuando el maestro Espinel demostró ser un auténtico juglar de Lima, fue cuando lo contrató radio Lima para que todas las semanas estrenara un tema, el mismo que sería cantado por las estrellas criollas de la emisora. “El pobre ciego”, “La voz del corazón”, “Paginas Rotas”, “Idilios pasados”, “El expósito”, “Celos Míos”  y muchos valses más;

Las polkas “Campesinas”, “Anhelos”, “Gracia y Donaire”, “Bon Bon Coronado”, “Ingratitud”, “Ojasos negros”, “Me atormenta la inquietud”, etc, le brindan la oportunidad para entrar por la puerta grande al corazón del pueblo que le tiene un reconocimiento especial al brindar su homenaje a un ídolo popular del fútbol, con el vals “Alejandro Villanueva”.

Al morir su madre, Espinel estaba dispuesto a componer una hermosa canción. Cuando empezaba la madrugada y en un rincón de la habitación que servía de capilla ardiente don Pedro con un solo testigo a lado, reanudó su trabajo y en tiempo de vals ya tenia:


 La otra noche al remover unas misivas,
que amoroso en mi archivo guardo yo,
entre pétalos marchitos hube hallado,
un retrato que es emblema de pasión.

A estas alturas el reloj marcaba las 2:30 de la madrugada y unos minutos después, increíblemente, don Pedro dijo: “ya está”, en el mencionado papel don Pedro había rematado el nuevo vals asi:

No culpemos al destino eso no es noble,
comprendamos que hay errores que son fieros,
meditemos al jurar nuestros afectos,
antes de decir te quiero, como nunca te querré.


Era desde ese momento el vals “Remembranzas”. Su muerte ocurrió en 1981, no sin antes dedicar a la memoria de su esposa el vals “Más allá”.
El Primero con las Últimas

En setiembre de 1939 las radiodifusoras limeña, como las de todas partes, experimentaron importante cambio en sus programaciones, al iniciarse la II Guerra Mundial los horarios de transmisión no eran continuados y muchas de ellas encendían sus transmisores a golpe de 8 am por una o dos horas para transmitir noticias de los frentes de batalla. Nacional, Lima, Internacional, Goycochea, eran las más importantes para estas transmisiones.

Como estos noticiosos tomaron cuerpo, algunas emisoras se vieron obligados a olvidar la costumbre de dar las noticias con el material de los diarios locales firmando compromiso de administración de noticias con agencias internacionales como UPI, AP, Reuters.

Más de un boletín noticioso se hizo de fama por las primicias, gracias al “Reporter Esso” que se instituyo casi simultáneamente en el Perú y otros países Latinoamericanos. En Lima la emisora escogida fue Radio América y los locutores que pasaron fueron Gustavo Indacochea, Guillermo Lecca Iturbe, Raúl Calle, José Godard y Fidel Ramirez Lazo, siendo este último quien estuvo más tiempo.  


En 1941 con carácter de exclusivo, asumió esta función el joven locutor Eduardo Navarro quien, muy pronto, se hizo popular por su singular dicción y el acento interpretativo que le daba a las noticias. El hecho de oír la voz del locutor que decía “El Reporte Esso…  “El Reporte Esso… ya significaba el anuncio de que Eduardo entraría luego diciendo “El Reporte Esso, el primero con las últimas y empezaba en sintonizado programa.

Eduardo Navarro estuvo a cargo de este diario boletín hasta 1957 que fue cancelado definitivamente, entre las emocionantes noticias que se dieron, fueron de primera plana la guerra de Corea, así como también la transmisión desde los estudios de Radio Continental de Arequipa cuando sucedió un fuerte sismo que sacudió la ciudad del Misti.

Navarro en 1957 no solo silenció su voz para el Reporter, también se retiró de la actividad radial para dedicarse en adelante a su oficina y Relaciones Publicas.        


¡Echa Cholito!

Eran los últimos años de la década del 40 y en casa de Lucho Dean, autor de bellos temas, tres muchachos provincianos con alma de aquellos criollos de jaranas barrioaltinas que se celebran con cantares agridulces, fueron los que formaron un trio de impacto dese su debut en Radio Colonial y que Javier Gonzales bautizara con el nombre de “Los Cholos”.

Víctor Gadea como primera voz, Manuel Llanos como primera Guitarra y Miguel Cabrejos como segunda voz y segunda guitarra, haciendo gala de afiatamiento a la vez que un singular acento, lánguido y cadencioso, se ganan las preferencias de un público que prontamente los hizo sus artistas favoritos. Cuando en el salón auditorio de Radio Victoria cantaban:

“Gloria de mi alma,
cariñito de mi vida,
tú me has robado toda la calma…”
O también con este otro vals:
“Paloma te fuiste
dejando tu nido,
triste abandonaste
y emprendiste vuelo
hacia otros lugares
remotos y extraños…”

eran suficientes estos dos temas: “Gloria o Paloma Mia” de Lucho Dean y Miguel Cabrejos, respectivamente, para que los seguidores los ovacionaran con frenesí.

Además de los anotados valses habían otros como “Mi Retrato”, “Por tu culpa”, “Flor de Fango”, “Me salvó con su amor”, “Victoria” y “El alma de mi alma” los mismos que aderezaban con una glosa que alguno de los tres integrantes de trio decía en voz alta, vale elevar el entusiasmo de los fervorosos adictos al trio.


Cuando Cantaba Pipo Cómena

El nacimiento de la radiodifusión privada que tiene su punto de partida en 1934 con Radio Grellaud nace el conjunto Callao, grupo artístico que no tuvo mucha vigencia, pero en cambio sus integrantes: José Comena, Alberto Mecklembrug, y Ernesto La Hoz Ayulo como cantantes, y las cuerdas del maestro Eduardo Márquez Talledo, alcanzaron separadamente la fama.

 Mecklembrug se dedicó al canto alternando con la locución hasta ubicarse como narrador deportivo; La Hoz Ayulo era apreciado por su voz de barítono y era escuchado en programas líricos y de canciones escogidas; y José Cómena con el trio de cuerdas Márquez – García Barraza, cantando temas rioplatenses en Radio Grellaud.

José Cómena cariñosamente llamado “Pipo” Cómena fue muy popular por su calidad y simpatía y los tangos que interpretaba de preferencia, como: “Tabernero”, “Envidia”, “Mala Suerte”, “Churrasquita”, “Venganza”, “Yo también soñé”, y otros “Calvario”, “Yo tengo una novia”, “Cuando me miran tus ojos” eran los que su gran audiencia solicitaba.


Jose Cómena se convirtió en el cantante peruano de tangos más popular y de paso el más requerido. Prueba de ello los empresarios de espectáculo cuando presentaban en los circuitos de teatros a figuras de la talla de Ernesto Fama, Agustín Irusta, Libertad Lamarque, Alberto Gómez y otros cultores de tangos como que el tango era en esa época el ritmo favorito, estaban en la obligación de incluir a exponentes del rio de la plata.


Cómena prolongó sus actuaciones hasta los primeros años de la década del 40 en que se retiró para luego instalarse en una Peña Tanguera en el barrio de Breña, Donde se reunía con amigos a quienes complacía con la nostalgia de los tangos de su repertorio. Cómena fue víctima de un infarto, dejó de existir en 1991 a la edad de 80 años. 
Más de 50 Años en Radio y TV

Cuando en octubre de 1939 se dijo. “patos a la laguna” todos dijeron ¡presente! Menos uno. Ese fue el ya conocido “Pato Álvarez”,
Jorge Álvarez Segura que prefirió la cabina de locución de Radio Miraflores antes que dedicarse a otra actividad, así es, Jorge Álvarez, muy estimado y bastante bien considerado irrumpió en la vida pública como locutor en sus mejores años juveniles y pronto fue su ascenso en otras actividades de la radiodifusión.

Jorge Álvarez siendo personaje popular jamás le incomodo el apodo del “Pato Álvarez” como tampoco le fastidiaba que le dieran tareas con responsabilidad de funcionario, porque siempre fue ejecutivo eficaz aparte de eso ganó muchos premios y distinciones por los innumerables jingles que creara para la radio luego en la televisión y en las más renombradas empresas publicitarias en la que tuvo los más importantes cargos.


Lo recuerdan mucho cuando ejerciendo de mandamás en las radios Central y Libertad, donde realizó ponderada labor, tuvo a su cargo la dirección de promociones, RR.PP y comercialización de la importante Panamericana TV, siendo distinguido por la prensa local como el “Rey del jingle” los mismos que tuvieron aceptación en otros países de Latinoamérica.

Jorge Álvarez siguió siendo el mismo, el “Pato Álvarez” de la radio y la TV, de buen humor, locuaz, simpático, debiendo anotarse que todos sus trabajos en las empresas que actuó son recuerdos gratos para colegas y amigos.    

               
Daniel Camino y su “Macondo”

Daniel Camino Diez Canseco considerado uno de los pioneros de la televisión peruana no solo fue productor, sino también actor, director, guionista y periodista, triunfando en Hollywood, al leer la obra cumbre de Gabriel García Márquez “Cien Años de Soledad” pensó que con esa obra podía lograr una réplica del cine latinoamericano a la exitosa “Lo que el viento se llevó” empecinado, escribió a la representante del escritor, recibiendo respuesta negativa.

Estaba tan encandilado con la idea que no se dio por vencido y emprendió un viaje a la meca de cine para hablar con sus amigos Anthony Quinn e intentar hacer lo propio con Greta Garbo entonces viva leyenda del séptimo arte. Lógico era suponer que, obteniendo la opinión favorable de actores de tan elevada jerarquía y un director de primera línea como Michael Sarne se conseguiría la filmación y la consecuente aprobación de García Márquez.

De vuelta a Lima para seguir madurando su idea, en una de las mesas de la ya desaparecida fuente de soda, de la calle Miguel Dasso, en San Isidro, Daniel empieza a tararear las melodías que sería la música de fondo del posible filme. Algunas de dichas melodías salieron con letras y como no sabía de escritura sobre el pentagrama, la tarareó en una grabadora que fue llevada al maestro Manolo Avalos, quien se encargó de traspasarla al papel musical.


Y así nació el tema que Camino Diez Canseco presentó, sin mayores esperanzas, al Festival de la Canción de Ancón en 1970.

Encontrándose Daniel en la localidad cuzqueña de Chincheros, en un trabajo de producción cinematográfica, fue llamado por unos amigos, quienes le dieron la buena nueva, pues “Macondo” había conquistado el segundo lugar en la categoría de género tropical. En esos momentos, nadie tuvo ni la más remota idea en Lima de que “Macondo” se convertiría en el tema festivalero peruano que más fama continental alcanzaría.


Su difusión fue mucho más de lo esperado con la grabación de artistas de renombre en América y España, siendo una centena de intérpretes que hicieron de “Macondo” un clásico de la música popular latinoamericana.     
El Parque de los Garifos

¿Qué limeño de edad madura no evoca con nostalgia los buenos tiempos de los parques, plazuelas y paseos que dieron motivo para que se le llamen a nuestra Lima “ciudad Jardín”? pues entre esos lugares tiene que evocarse al parque y fuente de Neptuno ahora llamado  Parque Juana Larco De Dammert ubicado entre el Paseo Colon con frente al museo de arte de Lima (MALI) por un lado y por el otro el Hotel Sheraton.

Los limeños de antaño conocían ese parque como el “Parque de los Garifos” y lo llamaban así porque es a este parque donde se acudía a disfrutar de un día hermoso, en un ambiente de áreas verdes y cómodas bancas sin más que gastar que las frutas y golosinas que vendían en ese lugar los ambulantes de entonces.


Garifo en la jerga de la época significaba misio, muca, o misionero, vale decir que casi sin dinero. Está claro pues el apodo de garifo a este parque donde acudían los que andaban con los bolsillos vacíos sin dinero. Con ello se ponía de manifiesto, una vez más, el agudo ingenio de los hijos de esta Tres Veces Coronada Villa.

“Como no ir al Parque de los Garifos”, decían los limeños de los 30 y 40s , cuando concurrir al parque de la exposición significaba romperse con un billete de 10 soles por lo menos, ya que había además de la laguna con el bote para darse un paseo, el gran zoológico con su pintoresco elefante “Pancho” y un restaurante con un expendio de potajes y antojos.       

  
El Fortín de La Pochola

En los años 1940 hasta 1945 cuando en la legendaria Quinta Heren de los Barrios Altos de Lima vivía un huésped que era nada más y nada menos que un ave de rapiña que en el mundo de la zoología la conocen como el buitre sudamericano, el cóndor. Este cóndor propiedad de la familia Pardo Heren en vez de mostrarse como una fiera con alas llevaba una vida doméstica como un ave de corral confundida con los vecinos de esa villa en Los Barrios Altos.

Todos conocían a este condor con el nombre de “La Pochola” y estaba tan familiarizado con la bulliciosa muchachada de la quinta, que recibía los potajes que todos le ofrecían, sin temor a ataque alguno. ¡Increíble! Una perrita perrita llamada “Titina” jugaba dentro de la verja central con “La Pochola”, dándose volantines mientras otros perros que apenas veían al cóndor salían disparados del susto.


Cuando los jóvenes que integraban el club “Deportivo Quinta Heren” lograban algún triunfo e ingresaban a su quinta, alegres lanzando gritos de satisfacción, daba la impresión que “La Pochola” los entendía y se ponía a dar saltos y a abrir sus extensas alas en señal de regocijo; el periodismo hizo eco de este hecho en donde alguna vez bautizaron a la “Quinta Heren” como “El Fortin de la Pochola”

“La Pochola” no era ave cautiva, vivía libremente, dando sus paseos por todo su reducto. Fue en cierta oportunidad que saliendo, como era su costumbre, hacia la puerta de la calle por donde pasaba el tranvía eléctrico, un maquinista irresponsable le metió su pesado vehículo dejando sin vida a “La Pochola”. Esta muerte fue muy llorada por grandes y chicos del barrio durante 5 años.      

  
El Día de la Vieja

Para la mayoría de los limeños de hoy es cosa desconocida la celebración del “Día de la Vieja”, ya que este festejo que está ligada a los carnavales del febrero y que fue prohibida en 1958 por ser una actividad muy violenta también llegando a perder vigencia al no convocarse a bailes de disfraces, la vieja era una celebración que tenía lugar a mitad de cuaresma entre carnavales y la semana santa.


En Lima los limeños de buena familia celebraban este festejo de origen europeo con famosos bailes del “Dia de la Vieja” que se organizaba en el restaurante Zoológico  de La Exposición, el Cursal de La Punta, el Grill Bolivar y ya por 1935 para en adelante, en el restaurante La Cabaña de León de Monzar y locales de clubes sociales y deportivos.

Pero lo pintoresco del Día de la Vieja era el atardecer cuando al transitar por las aceras de las calles limeñas, las personas adultas de 40 años para arriba sufrían la persecución de chiquillos de barrio de entre 8 a 16 años con la famosa “matachola” que consistía en una media rellena de tiza molida con el cual las golpeaban hasta dejarlas blancas por la tiza.

Otros adolecentes utilizaban latas de envases de conservas y hasta con ollas y sartenes las cuales hacían raspar el piso provocando muchas veces la reacción de los afectados, así como también algunas muestras de risa.

      
Como Nació “Idolatría”

Al comienzo del siglo XX se difundieron valses que por su musicalidad y hermosura le permite perennidad en el gusto del público. Son temas de dos, tres, cuatro y hasta cinco partes. Recordemos “De Lima a la gloria” de Romualdo Alva, “Quenas” de Dunker Lavalle, “Lima” de Walter Pease, “Antofagasta” de Armando Carrera y otros que eran el gran deleite de la gente de ese entonces.

De esos valses, muchos de ellos románticos y vibrantes a la vez, ondulantes por el estilo de su tiempo, de origen alemán o francés que alborotaron a la juventud de 1900. Lima se deleitaba en grande con esa variedad de danzas de giro, impactando en forma insospechada el pianista limeño,
Oscar Molina quien, debido a sus rondas galanas por el jardín botánico, y la majestuosa Quinta Heeren escribe el primoroso vals “Idolatría”.

Don Oscar jamás se explicó cómo le salió una obra tan singular durante días de las ya referidas rondas, caminaba lento o tomaba asiento en algún lado de los hermosos ambientes del botánico o de la Quinta tarareando su futura composición.


En 1910 “Idolatría” ya se escuchaba en bailes y en los cinematográficos. Después del autor el primer intérprete fue el pianista Cesar Bartra. El maestro Filomeno Ormeño, que también escribía valses de acuerdo a la época, recordaba que en los años 20 en las salas de cine mudo, ocurría lo que 10 años después pasaría con el tango “Tomo y Obligo” que Carlos Gardel cantaba para el cine parlante.

En el cine mudo el público obligaba al pianista la repetición de “Idolatría” y en el cine parlante, el operador de la sala, repetía la parte de la cinta donde Gardel cantaba el acogido tango. Don Oscar elogiaba mucho las versiones pianísticas de su “Idolatría” por Filomeno Ormeño, Cesar Bartra, Cenarro Gonzales y Max Morales así como se deleitaba escuchando cantar a Eloísa Angulo, “La Criollita”.          
El Damero de Machuca

Empecemos por decir quién era Machuca y a qué era el “El damero de Machuca”. Machuca era un trabajador de la Inspección de Limpieza de la Municipalidad del Rímac y “El damero de Machuca” su responsabilidad para mantenerla limpia todos los días, y su labor tenía que cumplirse en las tres primeras cuadras de los jirones
Trujillo, Chiclayo, Lambayeque y Pataz, así como también las trasversales, las tres primeras cuadras de Loreto, Marañón, Libertad y Cajamarca.

Machuca era un hombre cincuentón, persona amable de mucha simpatía, natural de Malabrigo, trabajó en esta referida jurisdicción entre los años 1950 y 70. Durante su presencia con escoba en mano, su recogedor y su tacho, de sol a sol por esas calles bajopontinas se le veía con sumo agrado por esmerado afán de mantener todas las cuadras a su cargo con una limpieza de notoria pulcritud.

Su popularidad era tal que gozaba del afecto de todo, y lo que es más, para toda reunión que se realizaba en el sector, sus servicios eran solicitados por la gran confianza que había en él. Al cumplir años una muy apreciada dama bajopontina, los muchachos del barrio decidieron darle serenata y como tenía que ser a Machuca lo comprometieron para que  se ocupara de las atenciones.

Se pusieron de acuerdo el hermano de la agasajada, Angel Solimano “Angelillo” y los integrantes del duo “Los Palomillas” Lucas Borja y Hector García. A la hora convenida, Machuca apareció con su bandeja y todo lo acordado. Lucas y Hector a viva voz, se pusieron: “Feliz te reciba el año, las aves van sollozando, despierta y ve el horario que ya a las 12 han marcado” aquí es donde entra el vals en toda su fuerz, entre palmas y cohetones que despertaron al vecindario.

Del interior de la casa, emocionados la señora Nena Solimano y su esposo, agradecían, mientras que afuera hacia su aparición la popular “Facunda”, quien le dijo a Machuca: “Estas arriba, pese a que ni bailar sabes…“. Machuca nada corto respondió: “A la prueba vamos…”, sacó su pañuelo mientras Lucas en su guitarra punteaba una vibrante marinera. Invitada Facunda, se largó a media calle agitando su pollera se bailó una atrevida marinera.

Con hechos como este, la maravillosa conducta del popular hombrecito de la escoba, el recogedor y el tacho como no se va a distinguir con el nombre de “El damero de Machuca” donde los vecinos de ese lugar todavía hablan de aquella anécdota.      

          
Asi Nació el Vals “Cariñito”

“Desde hace tiempo
enamorado, enamorado estoy
de un cariñito que es mi gran felicidad;
y dese entonces reina ella en mis cantares,
mis pensamientos,
mi corazón…”

Por este primer verso, amados lectores ya podrán imaginar lo sufrida que fue para
Erasmo Díaz la conquista de la que sería su esposa Anita. La conoció en 1945 en casa de unas amistades. Él estaba ejecutando en una vieja pianola, algunos temas, cuando se le acercó una dama para pedirle un bolero de moda. Fue con tanta dulzura el pedido que Erasmo aceptó de inmediato quedando impactado en lo más íntimo de su ser.

Para Erasmo había conocido el gran amor de su vida pero los estudios en San Marcos y la ausencias de visitas los mantuvo lejos de una relación hasta 1949 en que hubo un encuentro accidental, que es donde el prendado Erasmo Advierte que:


“Había en sus ojos
una mirada,
tan dulce y celestial
que ha despertado en mí
la más tierna pasión.
cuando a su lado pueda estar
que dicha siento
si cada instante la idolatro más…”

Se observa como va naciendo el vals “Cariñito” y forjándose un gran amor. Después de este encuentro, las llamadas telefónicas son casi continuas, sumándose a ello que Erasmo es nombrado director del conjunto criollo de Radio América donde, en cada actuación había un vals para ella. Pero especialmente escrito vino a estrenarse el 10 de julio de 1950, en la voz de Noemí Roldan que llegó a impresionar mucho a Anita la noche que la escuchó cantar a Noemí.     


Pepe Cordero en Los Morochucos

Si hubo un trio cultor del criollismo que mantuvo jerarquía y prestancia de gran numero artístico nacional, ese fue indudablemente los “Morochucos” nombre que le puso el bien recordado maestro de ceremonias Armando Ortiz Lamberg y compuesto inicialmente por Augusto Ego Aguirre y Lucho Sifuentes, este último fallecido en Argentina en 1946.

Alberto Mecklemburg, entonces popular locutor deportivo al conversar con Ego Aguirre le aconsejó que no buscara gente en Lima para retomar el camino de los Morochucos, que los nuevos Morochucos estaban en la sierra. ¿En la sierra? Le respondió Augusto y decidió ir a esos lugares en donde encontró a Pepe Cordero Martínez, eficiente primera guitarra y a Alejandro Cortez, cantor Limeño de reconocida calidad.


Es así como renace los “Morochucos” con Pepe Cordero, Alejandro Cortez y Augusto Ego Aguirre causando realmente sensación, aun cuando en reiteradas veces Ego Aguirre ya había hecho dúo con Dante Miller, por razones de trabajo, Pepe Cordero, muy a su pesar tuvo que apartarse del trio en 1949, dejando el mas grato recuerdo de su conducta y de su calidad como guitarrista.


Ya en los 50 entra en su reemplazo Oscar Aviles, de quien esta demás hablar de él ya que conocemos su trayectoria, en cambio Pepe Cordero Martinez fue un icono en la guitarra criolla de aquel entonces falleció en mayo de 1990 y los buenos criollos son los únicos que lo recuerdan por su singular estilo en el manejo de la guitarra.           
“La Casa del Jabonero”

A los artistas como a todo ser humano en sus actividades, la vida les depara la dicha en las instancias menos inesperadas. A Luis Abanto Morales, a quien la gloria en el arte lo consagró como “El Cantor del Pueblo” con lucimiento avasallador, también lo hostigó la desdicha. Aquel cantante de temas emblemáticos como "Cielo Serrano", "La Pitita", "Quiéreme", el Provinciano y "Cholo soy" tuvo que hacer frente a la desventura.

“El cantor del Pueblo” estuvo privado de la libertad por una injusta causa, es decir la paternidad de un niño que recién vendría al mundo. Luis Abanto hacia su defensa con documentos realmente valederos: contratos artísticos, boletos de viaje, constancia hotelera, etc. Que demostraba que había estado ausente de Lima, por lo que se tuvo que esperar al nacimiento del niño.

El informe de los médicos legistas a la postre fue determinante, descartando la paternidad que se le atribuía, declarando la justicia su inocencia y consiguiendo su liberación sin haber lugar a juicio. Toda esta pesadilla le duró siete meses, tiempo en que recibió muchas visitas y cartas de sus admiradores y todas esas manifestaciones a su favor le dieron motivo a que escribiera un vals que sería la explicación que le debía a todos sus seguidores.

Señores y señoritas, jóvenes y caballeros,

a todos pido respeto y a todos pido perdón,
mas si soy impertinente, creo con justa razón,
pedir a toda la gente un poquito de atención.

Muchas cartas me han llegado de todas partes del Perú,
preguntando mi pasado y cómo ando de salud
y con toda sinceridad, voy a decir la verdad.

He tenido mi gran lección, en este mundo de falsedad,
hay amigos de ocasión y hay amigos de verdad.
pero no hay que confundir ni tampoco criticar
a la casa del jabonero, cualquiera puede resbalar.

Aquí termino señores y agradezco la atención
Y sin dudas ni temores, les brindo mi corazón
Soy hombre mozo del pueblo y del pueblo su cantor
Del pueblo soy, para el pueblo, su modesto trovador.

Son los versos del vals “La casa del Jabonero” que Luis Abanto Morales escribió en el encierro, y que al volver al escenario cantaba a sus fanáticos seguidores, que como hasta hoy sigue con gran acogida ovacionándolo deliberadamente, porque además el buen Lucho tiene un repertorio de sentidas páginas del acervo musical de todo el país.


    
La Canción del Carnaval de Lima

El carnaval de los limeños adquiere fama especial desde el año 1920, año desde los cuales la municipalidad de la capital se esmeró en dar a este festejo sabor especial, programando bailes populares y corsos florales con la presencia de las reinas de belleza que se elegían para Lima, aflorando en los desfiles carros alegóricos y los encantos siempre pregonados por la mujer limeña,

En las noches se jugaban con el llamado chisguete de éter de las conocidas marcas “pierrot” o “colombina” de agua perfumada, serpentina de conversación, pica pica, etc. Y de día, de domingo a martes, no faltaba no faltaba el baldazo de agua o los globos con el líquido elemento, que casi siempre eran lanzadas con acertada puntería, sin que el juego llegue a la broma.

Las orquestas que animaban los bailes tenían sus canciones favoritas que el público danzaba y cantaba, y en 1938, del concurso de canciones de carnaval organizado por la comuna limeña, salió una de la firma del maestro Filomeno Ormeño, que se metió como reguero de pólvora y que toda Lima bailaba y cantaba:


"Todos a reír y a gozar
Todos a gozar del carnaval
Mascaritas vamos a cantar
Con ritmo triunfal
Alegremos Lima virreinal
Nuestras reinas se divertirán
Con sus risas nos animaran
En el carnaval…".

El carnaval limeño fue proscrito desde 1957 por fundadas razones, pero la canción carnavelesca de
Filomeno Ormeño siguió vigente como en sus mejores tiempos, como sigue vigente con sus danzas y con su música los carnavales en las provincias, que en realidad son todo un orgullo turístico para el Perú.


No está demás anotar que los disfraces usados en el carnaval de Lima eran de los más variados y los más ocurrentes, así como también las manifestaciones de alegría que eran todo un frenesí. Disfraces y danzas jamás tuvieron intención pornográfica, por el contrario, fueron una demostración cabal de respeto y cultura de nuestro pueblo. Fue pues cuando asomaba la delincuencia en estos días que el gobierno decidió proscribir tan tradicional fiesta.             
Madre, es hermoso homenaje

A una dama norteamericana, doña Ana Jarvis, se debe de que el mundo celebre el “Día de la Madre” que en 1914 se oficializa en los Estados Unidos. Diez años después, se crea en nuestro país, por disposición suprema del presidente Leguía, atendiendo a las gestiones del Centro Universitario Ateneo se San Marcos, en la primera celebración hablaron Manuel Vicente Villarán, Luis Varela Orbegoso y Carlos Alberto Eizaguirre. Daniel Ruso recitó su canto a la Madre.

La musa popular, como en todo lo que se sublimiza en el alma del pueblo, no puede postergar su ausencia en este acontecimiento y se hizo presente con muy bellas canciones; y como esta fecha alcanzara acogida inmediata en todo el orbe los cantos poéticos y musicales nuestros, sobresalieron de manera muy especial.

Era el segundo sábado de mayo de 1953. Manuel estaba en una cantina de Surquillo con amigos que tocaban guitarra. A la cantina le decían “El Silletaso” por qué se fomentaban trifulcas donde acababan rompiendo las mesas y las sillas. Ese sábado Acosta Ojeda se sentía muy deprimido al ver que la gente compraban botellas de licor para llevar a sus casas y agasajar a sus madres.

Manuel al ver a esas personas llevando licor para brindar con sus madres recordó a la suya y fue en esos momentos que en el dorso de una cajetilla de cigarros empieza a escribir:

   Madre, esas arrugas se formaron pensando
¿Dónde estará mi hijo, por qué no llegará?
Y por más que las bese no las podré borrar.

Madre, tus manos tristes como aves moribundas

¡Déjame que las bese! Tanto, tanto han rezado,
por mis locos errores y mis vanas pasiones.

Y por último, Madre, deja que me arrodille,
y sobre tu regazo, coloque mi cabeza.
Y dime: ¡Hijo de mi alma!, para llorar contigo.

En 1957 musicalizó sus versos y fueron “Los Chamas”, quienes estrenaron “Madre” que desde ese momento causó sensación y se convirtió en algo así como un himno para rendir siempre culto a las madres del Perú.